viernes, 29 de octubre de 2010


REGRESO

Era un duende caminando por la casa.

Un rayito de sol para mi cielo.

Tenía estrellas pintadas en el rostro

y quietud de manantial en la mirada.

Su voz era un concierto de chicharras

y un juncal recién nacido sus cabellos.

Como vuelo de gaviotas sus manitos,

con ternura de algodón, me acariciaban.

Fue bonita esa infancia, entre sonrisas.

Fueron lindas las siestas estivales,

preparando , con aguja y fantasías,

el ropaje especial de carnavales.

Chascomús lo hizo un hombre y el destino

lo llevó lejos de mí. Pero ha venido

en los ojos color tiempo de Juanito

y en la risa de Javier. Así ha venido.